Lunes, 02 de diciembre de 2024

Opinión2 de mayo, 2021

La relevancia de la nanomedicina en el mundo actual y futuro

Belén Lopez Bouzo, PhD, doctora en Tecnología Farmacéutica por la Universidad de Santiago de Compostela.

Belén Lopez Bouzo, PhD, doctora en Tecnología Farmacéutica por la Universidad de Santiago de Compostela.

Pharma Market

Durante las últimas décadas, los avances realizados en el campo de las ciencias biomédicas y farmacéuticas junto con el desarrollo de la nanotecnología han permitido el auge de la nanomedicina. Al hablar de nanomedicina nos referimos a la manipulación de materiales a escala nanométrica (de 1nm a 100nm), es decir, a una millonésima parte de un milímetro (10-9 metros), para una aplicación médica o farmacéutica. Para hacernos una idea, el diámetro medio de un pelo humano es de unos 70.000 nanómetros.

Estos rangos de tamaño dotan a los materiales de propiedades radicalmente diferentes respecto a la escala macroscópica, lo que ha impulsado su empleo con fines terapéuticos, preventivos y/o diagnósticos, apareciendo de este modo los nanomedicamentos. Para entender de forma sencilla la naturaleza de un nanomedicamento podríamos compararlo como un “caballo de Troya” diminuto que actuaría como transportador de fármacos en su interior y los llevaría a través de las barreras biológicas presentes en el organismo.

Principalmente, estos nanotransportadores diminutos se diseñan para modificar la vía de administración en beneficio del paciente, mejorar la biodisponibilidad, cambiar el perfil de liberación, actuar como reservorios, implementar terapias combinadas, mejorar una formulación para una nueva presentación y/o avanzar en la personalización de las terapias.

Desde luego, estamos habituados a ver el mundo desde nuestra perspectiva macroscópica y aunque todo esto parezca ciencia ficción, la nanomedicina es una realidad desde hace décadas, con más de 70 productos comercializados mundialmente entre los que podemos destacar Doxil®/Caelyx®, un liposoma PEGilado comercializado desde 1995.

Desde sus inicios, con ejemplos como Doxil® o Abraxane®, una de las áreas terapéuticas que ha experimentado mayor beneficio del desarrollo de la nanomedicina ha sido la oncología. Sin embargo, en la carrera frente a la pandemia del coronavirus (SARS-CoV-2), la comunidad científica ha unido fuerzas para proporcionar herramientas y experiencia a los esfuerzos de investigación de Covid-19 y la nanomedicina ha entrado en escena. La amplia experiencia en administración de fármacos, nanovacunas, inmunoingeniería, biosensores y diversas plataformas nanotecnológicas, han posicionado a este campo en un lugar único, dando como resultado la aprobación de dos nanoestructuras para la vacunación mundial frente al Covid-19.

Tanto la vacuna de Pfizer-BioNTech (Comirnaty®) como la de Moderna son un ejemplo de nanoestructuras lipídicas que encapsulan y protegen un ARN mensajero (mRNA), el cual codifica una parte determinada de la proteína de superficie viral, aporta las “instrucciones” para que el propio organismo produzca dicha proteína y con ello desencadene la respuesta inmune. Y esta historia no finaliza en el 2021, la nanomedicina avanza con pasos solidos, su conocimiento está presente en un sinfín de publicaciones, pacientes se benefician de los nanomedicamentos y toda su historia, comenzada en la década de los 90, pone de manifiesto la utilidad y relevancia de la nanomedicina en el mundo actual y futuro.




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