Miércoles, 24 de abril de 2024

I+D16 de diciembre, 2022

El tejido adiposo pardo, un sistema de protección para eliminar (‘quemar’) el exceso de alimentos que ingerimos con la dieta

tejido adiposo pardo y obesidad Una línea de investigación se centra en cómo incrementar la grasa marrón para disminuir el sobrepeso.

Los individuos con grasa parda activa muestran protección frente a diabetes y a enfermedades cardiovasculares.

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Entre las líneas de investigación más sugerentes y prometedoras en el ámbito de la obesidad, se encuentran aquellas centradas en el tejido adiposo pardo (o marrón). Este es “un lugar del organismo donde se ‘queman’ calorías procedentes de la dieta”, según describe el investigador Francesc Villarroya, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Barcelona.

Su conocimiento no es reciente y, de hecho, en un principio se consideró que el tejido adiposo pardo solo servía para producir calor y para mantener la temperatura del cuerpo en condiciones de frío ambiental (la grasa parda se activa con el frío). No obstante, ahora se sabe que también es un sistema de protección para eliminar (‘quemar’) el exceso de alimentos que ingerimos con la dieta y evitar que se depositen en exceso en forma de grasa blanca (obesidad).

En un principio se consideró que el tejido adiposo pardo solo servía para producir calor y para mantener la temperatura del cuerpo en condiciones de frío ambiental.

Cómo aumentar el tejido adiposo marrón

A la luz de los conocimientos actuales, a juicio de Francesc Villarroya, “no cabe duda que activar la grasa parda daría lugar a una prevención en el aumento de peso, e incluso permitiría disminuir el peso de una persona con obesidad.

“No cabe duda que activar la grasa parda daría lugar a una prevención en el aumento de peso, e incluso permitiría disminuir el peso de una persona con obesidad”.

Por eso, se está tratando de encontrar cómo incrementar la activad del tejido adiposo marrón. Hasta el momento, todos los intentos de hacerlo con fármacos han tenido el problema de que, si bien es factible activar la grasa parda, se generan bastantes efectos secundarios indeseables a nivel cardiaco (no se han encontrado activadores de la grasa parda específicos que eviten estimular ‘artificialmente’ también el corazón). “Superar esta limitación actual es una activa línea de investigación en ese ámbito”, apunta el catedrático de la Universidad de Barcelona.

 “Se cree que el tejido adiposo pardo libera a la sangre factores hormonales (las denominas ‘batoquinas’), que ejercen una acción saludable sobre el sistema cardiovascular”.

Otra línea de investigación se basa en profundizar en el estudio de los efectos saludables de la grasa parda. Un análisis reciente, llevado a cabo en EE.UU. con cerca de 150.000 pacientes, ha mostrado que, además de proteger frente a la obesidad, los individuos con grasa parda activa muestran protección frente a diabetes y a enfermedades cardiovasculares (desde el infarto al ictus). Pero este efecto beneficioso que no se explica por el hecho de ser más delgados tan solo. “Se cree que el tejido adiposo pardo libera a la sangre factores hormonales (las denominas ‘batoquinas’), que ejercen una acción saludable sobre el sistema cardiovascular”, indica Francesc Villarroya. Así pues, “identificar cuáles son y cómo actúan estos factores hormonales es una línea de trabajo prometedora, ya que se podrían utilizar en un futuro como herramientas de tratamiento y prevención de enfermedades graves y muy frecuentes en el paciente con obesidad”.

El tejido adiposo marrón tiene un declive natural en su actividad simplemente con la edad, lo que explica la propensión a acumular peso con el paso de los años.

El tejido adiposo marrón tiene un declive natural en su actividad simplemente con la edad, lo que explica la propensión a acumular peso con el paso de los años. Por eso, como recalca el profesor Villarroya, “mantener la actividad de la grasa parda y prevenir su declive es esencial”.

Maneras de incentivarla

En la práctica cotidiana hay dos formas de incentivar la actividad de la grasa parda que, aunque no son "milagrosas", pueden contribuir:

  1. El ejercicio físico que, aparte de sus múltiples efectos beneficiosos (aumenta el gasto energético por sí mismo, mejora el estado metabólico e inmunológico), promueve la activación de la grasa parda.
  2. Cuidar el entorno térmico como factor de riesgo obesogénico. Las temperaturas altas bloquean la actividad de la grasa parda, por lo que se recomienda aumentar la actividad al aire libre y moderar las temperaturas ambientales interiores. “Las altas calefacciones y la falta de actividad al aire libre se consideran cada vez más parte del ‘ambiente obesogénico’ de nuestra sociedad”, admite el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Barcelona.

También se ha demostrado, en trabajos de la doctora Gema Medina-Gómez, profesora titular y coordinadora del Grupo de Trabajo de Investigación Traslacional en Obesidad de la Seedo, llevados a cabo en la Universidad Rey Juan Carlos, que la restricción calórica durante el envejecimiento también puede favorecer la aparición de un nuevo tejido adiposo marrón en localizaciones donde existe tejido adiposo blanco, lo que se denomina el tejido beige.

“Las altas calefacciones y la falta de actividad al aire libre se consideran cada vez más parte del ‘ambiente obesogénico’ de nuestra sociedad”.

Cambio climático/calentamiento global y obesidad

Otro de los frentes abiertos relacionados con el exceso de peso es su vínculo con el cambio climático. Un dictamen internacional encargado por la revista científica The Lancet acaba de alertar sobre este aspecto, indicando que el cambio climático, y en especial del calentamiento global, están favoreciendo la epidemia mundial de obesidad.

El aumento de temperatura ambiental (y, por tanto, el calentamiento global) puede bloquear la actividad de la grasa parda, favoreciendo la acumulación de grasas. Además, los efectos socioeconómicos del cambio climático en la mayor parte de las sociedades del mundo, entre otros factores, empujan a amplios sectores de la población al consumo de alimentos de relativo bajo coste que, a menudo, son de baja calidad nutricional, pero con potencial calórico relativamente alto (comida basura)”, asegura el doctor Villarroya.

“El aumento de temperatura ambiental (y, por tanto, el calentamiento global) puede bloquear la actividad de la grasa parda, favoreciendo la acumulación de grasas".

Estudios nacionales apuntan en la misma dirección. En el estudio di@betes se demuestra una asociación entre la obesidad y la temperatura ambiental en la población española. Así, en las zonas donde la temperatura ambiental es mayor, la prevalencia de obesidad, diabetes y resistencia a la insulina también es más alta, incluso al corregir otros determinantes que puedan afectar a esta relación.

Teniendo en cuenta todos estos aspectos, los expertos indican que la solución a estos problemas se derivan de una suma de acciones educacionales y de legislación: informar sobre la importancia de una alimentación saludable y en qué consiste; impulsar medidas para hacer económicamente más accesible la comida saludable que la comida basura; promover la disminución en la oferta de alimentos y bebidas de alto contenido calórico pero bajo valor nutricional y alto potencial adictivo; luchar contra el sedentarismo como forma de vida cotidiana; promover la lucha contra el calentamiento global, que incluye favorecer el consumo de productos alimenticios de proximidad con menor transporte asociado.

“Las sociedades con más nivel educativo y menor desigualdad social son las que de forma mejor están conteniendo la epidemia global de obesidad”.

Según el catedrático Francesc Villarroya, “las sociedades con más nivel educativo y menor desigualdad social son las que de forma mejor están conteniendo la epidemia global de obesidad, por lo que invertir en formación debe ser prioritario.

La formación en obesidad y nutrición es una responsabilidad tanto de las sociedades científicas como de las autoridades sanitarias nacionales. Se considera imprescindible, para disminuir el estigma en la obesidad, incluir en el currículum de todos los profesionales sanitarios aspectos relacionados con las causas de la obesidad, así como las pautas de alimentación y del estilo de vida mediterráneo. Igualmente, como señala la doctora Ana de Hollanda, coordinadora del Área de Obesidad de la SEEN y endocrinóloga en el Hospital Clínic de Barcelona, “se debe utilizar la ventana de oportunidad en los colegios para introducir de forma más consistente información sobre el estilo de vida saludable”. 

Se considera imprescindible, para disminuir el estigma en la obesidad, incluir en el currículum de todos los profesionales sanitarios aspectos relacionados con las causas de la obesidad, así como las pautas de alimentación y del estilo de vida mediterráneo.

Conocer mejor al tejido adiposo

El tejido adiposo es un tejido que está distribuido por todo el cuerpo. Aunque inicialmente se creía que su única función era almacenar grasa, actualmente sabemos que también está implicado en el balance de energía y es un importante órgano endocrino que libera sustancias relevantes en la función del organismo y en el estado energético.

Como explica Ana Belén Crujeiras, directora del grupo Epigenómica en Endocrinología y Nutrición del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago / Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) y vocal de la junta directiva de Seedo, “existen diferentes tipos de tejido adiposo:

  • El tejido adiposo blanco, que almacena el exceso de energía que ingerimos de los alimentos en forma de gotas de grasa.
  • El tejido adiposo pardo, que utiliza el exceso de energía que ingerimos para generar calor mediante un mecanismo denominado termogénesis, gracias a la elevada cantidad de mitocondrias que contiene”

En definitiva, como resume la doctora Gema Medina, “el tejido adiposo marrón es el que quema grasa, mientras que el tejido adiposo blanco la acumula”.

“El tejido adiposo marrón es el que quema grasa, mientras que el tejido adiposo blanco la acumula”.

En situaciones de obesidad, la cantidad de tejido adiposo blanco está muy incrementado y no funciona correctamente, liberando sustancias que son perjudiciales para la salud. Estudios recientes demuestran que diversos estímulos pueden inducir la conversión de tejido adiposo blanco en tejido adiposo pardo en adultos.

Por todo ello, según apunta la doctora Crujeiras, “se está proponiendo como una posible diana terapéutica para la obesidad”. La investigación sobre los estímulos capaces de activar al tejido adiposo pardo podría utilizarse para establecer intervenciones terapéuticas para frenar la obesidad.  

Campaña

La Sociedad Española de Obesidad (Seedo) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) están llevando a cabo una campaña divulgativa en redes sociales, con el objetivo de animar a la población a activar su grasa parda y ponerle así freno a la obesidad. Con el hashtag #activatutejidopardo, se invita a que los ciudadanos compartan breves videos mostrando actividades que favorecen la activación de este tejido adiposo, contando para ello con el apoyo y la colaboración de divulgadores científicos como Ricardo Moure y la Boticaria García.

Desde el punto de vista de Ricardo Moure, en la actualidad en el campo de la nutrición hay una saturación informativa. Además, considera que se hace “poca divulgación dirigida al público mayor”. E igualmente matiza que en contra de lo que se pueda pensar “las personas obesas acogen muy bien las informaciones sobre obesidad”.

La obesidad es un problema de salud mental y que su enfoque debe ser multidisciplinar en el que han de participar distintos perfiles como farmacéuticos, biólogos, endocrinos, nutricionistas, etc.

En opinión de la Boticaria García, las redes sociales tienen en contra en el hecho de que la población suele confiar en los influencers, pero a su vez esto puede ser positivo porque al no encontrar el remedio que estos agentes exponen, al final se acude a los profesionales sanitarios para llegar a la solución de su trastorno. También ha insistido en que la obesidad es un problema de salud mental y que su enfoque debe ser multidisciplinar en el que han de participar distintos perfiles como farmacéuticos, biólogos, endocrinos, nutricionistas, etc.

 




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