Tener la capacidad de comprender a otros no siempre es sencillo. En ocasiones los lenguajes están muy distanciados y es necesario que exista una trayectoria o contexto común para que la transmisión de conocimientos, el entendimiento y los avances se puedan materializar.

Esa brecha, que hasta hace poco parecía insalvable, existía de manera muy notable entre el conjunto ingenieros que desarrollan su profesión dentro de los hospitales, y los profesionales sanitarios. Sin embargo, su diálogo y comprensión mutua han ido en aumento, algo que resulta fundamental para afrontar la creciente tecnificación y la digitalización que han sufrido algunos de los procesos de gestión clínica. Estas mejoras han llegado de la mano de los ingenieros en pro de una mayor eficiencia en una triple vertiente: para el paciente, para el profesional y para el centro sanitario.

No obstante, pocos reparan aún en que ese acercamiento entre sus lenguajes ha estado propiciado en gran parte por los nuevos ingenieros de hospital que han superado una curva de aprendizaje sobre el terreno y que reúnen las capacidades que demandan los centros y los profesionales médicos, algo que se puede comprobar en proyectos pioneros como Casiopea, desarrollado por Quirónsalud en colaboración con estudiantes del Grado en Ingeniería Biomédica de la Universidad Alfonso X el Sabio (UAX). Una forma de intercambio que aporta a la empresa la posibilidad de captar talento y a los universitarios de tomar contacto con el mundo laboral real y que salgan preparados para, desde el minuto uno de su incorporación, contar con ese lenguaje en común que es necesario para que la comunicación sea un éxito.

Frente a su anterior rol, los actuales ingenieros hospitalarios se han convertido en colaboradores activos en la implementación y optimización de tecnologías y procesos de gestión clínica, es decir, en compañeros de viaje de los profesionales sanitarios con los que se comunican y aprenden para mejorar la eficiencia operativa y la calidad del servicio al paciente.

Además, la implementación de sistemas de información clínica integrados ha sido un área clave donde los ingenieros hospitalarios han desempeñado un papel crucial. Estos sistemas no sólo mejoran la accesibilidad y la precisión de los registros médicos, sino que también facilitan la comunicación entre diferentes equipos médicos y reducen los errores. Como ejemplo, un estudio publicado en el Journal of the American Medical Informatics Association encontró que la implementación de sistemas de información clínica redujo los errores de medicación hasta en un 55%. Lo mismo ha ocurrido con la optimización de los procesos de espera en pacientes oncológicos, que gracias a la implementación de mejoras en los procesos redujo esos tiempos de las 11 horas a las 2:30/3 horas de media con una reducción del 35% de las complicaciones.

Sin embargo, debemos de ser conscientes de que, a pesar de estos avances, aún queda trabajo por hacer. La brecha entre los lenguajes técnico y clínico persiste aún en muchos entornos, lo que puede obstaculizar la implementación efectiva de soluciones tecnológicas. Es fundamental fomentar una cultura de colaboración continua y una capacitación interdisciplinaria en pregrado para superar estos obstáculos.

Con todo lo anterior, no cabe duda de que el papel del ingeniero hospitalario en la atención médica moderna es fundamental y que continuará evolucionando. Su capacidad para actuar como puente entre la tecnología y la salud está cada vez más valorada, y la reducción de la brecha entre lenguajes técnicos y clínicos promete un futuro aún más prometedor para la atención médica. En un mundo donde la innovación es la clave para mejorar la salud y el bienestar de las personas, la colaboración entre ingenieros y profesionales sanitarios es más importante que nunca.