
María Luz García, directora de Comunicación de Arkopharma y farmacéutica.
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Este último año la salud de los españoles se ha visto afectada en muchas áreas y el sueño no ha escapado a esta pandemia. La calidad del sueño de la población ha empeorado durante estos últimos meses por distintos factores. El miedo al virus hizo aumentar la ansiedad y las consecuencias posteriores a la crisis sanitaria (pérdida de empleo, incertidumbre laboral y económica, etc…) han favorecido el aumento del estrés de la población y como consecuencia la tasa de insomnio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto nombre a esto que nos pasa, fatiga pandémica, una reacción de agotamiento frente a una adversidad mantenida y no resuelta. Además de dormir, necesitamos descansar durante el sueño y que éste pueda ejercer su efecto reparador para garantizar la salud física y también la emocional.
La importancia del descanso nocturno, fundamental para la salud, se ha menospreciado en las últimas décadas. Es sabido que los trastornos del sueño repercuten en nuestro trabajo diario con distintas patologías y grados siendo el cansancio al día siguiente el síntoma más común derivado de la falta de sueño.
Una encuesta llevada a cabo por Arkopharma en marzo 2021* muestra que más del 71% de los encuestados tienen problemas para dormir y el 85% reconoce que la pandemia ha afectado a la calidad de su sueño. Dentro de los problemas para el descanso, destacan los despertares nocturnos que afectan al 41% de los encuestados.
El síntoma más común derivado de esta falta de sueño es el cansancio, según datos de dicha encuesta, el 79% presentan cansancio, más del 50% sufren dificultad de concentración, casi un 30% pérdida de memoria y más del 25% de los españoles experimentan falta de reflejos. Y todo ello puede pasar factura a medio y largo plazo a la salud, ya que mantener durante mucho tiempo una mala calidad del sueño o un incorrecto descanso repercute en todo el organismo.
Medicina natural para los trastornos del sueño
No existe un solo tratamiento para los problemas del sueño ya que no existe un solo paciente porque cada uno tiene distintos hábitos del sueño y posibilidades de terapia. La medicina natural, y en concreto la fitoterapia, ofrece distintas soluciones para mejorar el sueño. Podemos hablar de tres plantas medicinales reconocidas por sus propiedades para el tratamiento del insomnio: la Pasiflora y la Valeriana, de efecto ansiolítico que ayudan a la relajación, y la Amapola de California, que contribuye a disminuir los despertares nocturnos.
La melatonina, hormona que regula nuestro sueño, ha pasado a ocupar un lugar preferencial en el tratamiento del insomnio. Producida y liberada en el cerebro, la melatonina aumenta su concentración durante la noche y disminuye cuando hay luz, durante el día.
Tras llegar a su máximo de producción entre los 4 y los 7 años, sus niveles permanecen más o menos estables hasta los 35-40 años. Y a partir de ahí van disminuyendo gradualmente hasta los 70 años, cuando los niveles nocturnos se igualan prácticamente a los diurnos. Los estudios muestran que una suplementación con melatonina es una ayuda eficaz para los trastornos del sueño.
La innovación farmacéutica ha sido muy importante para ofrecer productos farmacéuticos que aportan melatonina de liberación en 2 fases: rápida y prolongada. De este modo, se produce una liberación a medida que son necesarios, en el momento de la conciliación y también durante el resto de la noche, simulando la secreción fisiológica.
La importancia de la dieta
Por último, tenemos que hablar de la dieta que, por supuesto, afecta a nuestro sueño. Lo que comemos durante el día, y especialmente antes de irnos a dormir, condiciona nuestro sueño. Los hidratos de carbono complejos, las vitaminas del grupo B, especialmente B6 y el magnesio nos ayudan a dormir mejor, ya que facilitan la síntesis de serotonina y mejoran el funcionamiento del sistema nervioso central.
Los alimentos que permiten una mayor síntesis de serotonina y con elevado contenido en triptófano son: lácteos, legumbres, huevos, frutos secos, cereales integrales, especialmente la avena, patata y algunas frutas como el plátano, la piña o el aguacate. Sin olvidar que hay que evitar aquellas sustancias que alteran el sistema nervioso central y actúan directamente sobre el sueño, como refrescos excitantes, té, café o cacao.