Sabado, 20 de abril de 2024

I+D22 de noviembre, 2022

La exposición diaria a disruptores endocrinos puede interferir de forma inapropiada en el metabolismo de lípidos y la adipogénesis

 disruptores endocrinos Los disruptores se encuentran en productos tan habituales como plásticos, recipientes de comida o latas de conserva.

Sus fectos negativos no son siempre evidentes de forma inmediata, sino que a veces se manifiestan a más largo plazo.

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Determinados estudios experimentales en modelos animales y celulares, así como de estudios epidemiológicos en humanos, han confirmado que los disruptores endocrinos pueden actuar como obesógenos. Por ello, resultan factores clave para aumentar la frecuencia de sobrepeso y obesidad en la población. “Esto se debe a que algunos de estos compuestos pueden alterar el balance energético, favorecer el acúmulo de grasa y/o alterar el control hormonal que regula la ingesta, entre otros efectos”, afirma la profesora Paloma Alonso-Magdalena, del Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (Idibe)

En su intervención en el XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo), celebrado recientemente, la experta de la Universidad Miguel Hernández de Elche ha aportado una visión global sobre estos compuestos.

Las evidencias resultan contundentes en cuando al impacto negativo de estos disruptores en el control del metabolismo energético. “Al igual que una mala alimentación o un estilo de vida sedentaria, la exposición diaria a disruptores endocrinos puede interferir de forma inapropiada sobre el metabolismo de lípidos y la adipogénesis (formación de nuevas células del tejido adiposo o adipocitos) , promoviendo el desarrollo de sobrepeso y obesidad”, asegura la profesora Alonso-Magdalena. Además iniste en que “algunos de estos compuestos pueden alterar el funcionamiento normal de los tejidos que controlan el metabolismo de la glucosa y los lípidos, como el páncreas endocrino, el tejido adiposo o el músculo”.

“Algunos de estos compuestos pueden alterar el funcionamiento normal de los tejidos que controlan el metabolismo de la glucosa y los lípidos".

Investigaciones

Las principales investigaciones en este ámbito van dirigidas a comprender los mecanismos por los cuales estos compuestos son capaces de comportarse cómo obesógenos y en qué condiciones lo pueden hacer, cuáles son sus efectos de manera individual y de manera combinada. También para conocer cuáles son las consecuencias de la exposición a estas sustancias a corto y largo plazo, especialmente cuando esta exposición tiene lugar en momentos en los que somos más vulnerables a su acción (como ocurre durante el embarazo y la primera infancia).

Asimismo, como informa la experta del Idibe, en la actualidad se está llevando una labor científica importante para desarrollar sistemas de identificación de compuestos que puedan comportarse como disruptores y que aumenten el riesgo de padecer enfermedades como la obesidad y la diabetes. “Estos sistemas darán respuesta a las necesidades actuales en el marco regulatorio de contar con herramientas validadas para la identificación de sustancias químicas nocivas y, además, ayudarán a desarrollar programas de prevención y actuaciones de salud pública para reducir nuestra exposición diaria a los disruptores endocrinos”, ha asegurado.

Uno de los aspectos que más preocupa a los investigadores es poder actuar frente al peligro de la exposición a disruptores endocrinos en períodos de la vida especialmente susceptibles a su acción.

Uno de los aspectos que más preocupa a los investigadores es poder actuar frente al peligro de la exposición a disruptores endocrinos en períodos de la vida especialmente susceptibles a su acción, como es durante el desarrollo y la primera infancia, por lo que reducir la exposición durante la gestación es crucial.

Además, como otra amenaza en ciernes, la porfesora, advierte que “los efectos negativos de la exposición no son siempre evidentes de forma inmediata, sino que a veces se manifiestan a más largo plazo”. En ocasiones, se producen cambios epigenéticos (es decir, cambios que regulan de manera precisa el ‘encendido’ y ‘apagado’ de los genes) y, por ello, pueden transmitirse de una generación a otra. Además, según añade, “los disruptores actúan a bajas dosis”. Por todo ello, “la mejor medida preventiva es minimizar el contacto con ellos”, ha concluido.

Disruptores endocrinos

Los disruptores endocrinos son compuestos químicos capaces de alterar el funcionamiento normal del sistema endocrino y provocar efectos negativos sobre la salud. Pueden suplantar la acción de los mensajeros llamados hormonas, bloquear su acción, o bien aumentar o disminuir sus niveles, así como de sus receptores, provocando un fallo en el intercambio de información y, por tanto, efectos negativos en la salud.

Estos compuestos se encuentran en productos tan habituales como plásticos, recipientes de comida o latas de conserva, perfumes, productos de cosmética o pesticidas, entre otros.

Estos compuestos se encuentran en productos tan habituales como plásticos, recipientes de comida o latas de conserva, perfumes, productos de cosmética o pesticidas, entre otros. Los disruptores endocrinos forman un conjunto diverso y heterogéneo de compuestos químicos que, en su mayor parte, derivan de la actividad industrial.

Algunos de los disruptores más conocidos son los bisfenoles (bisfenol-A, S, F), los ftlatos, los pesticidas organoclorados, los bifenilos policlorados y polibromados, los compuestos perfluorados, los retardantes de llama, las dioxinas y los parabenos entre otros. Estos compuestos se encuentran en productos de uso cotidiano: podemos encontrar bisfenoles en botellas de plástico, recipientes de comida o latas de conserva; ftalatos en juguetes, perfumes o productos de cosmética; compuestos perfluorados en algunos detergentes, disolventes o en utensilios de cocina; retardantes de llama en productos electrónicos y muebles o, parabenos en productos de cosmética.

Algunos de los disruptores más conocidos son los bisfenoles (bisfenol-A, S, F), los ftlatos, los pesticidas organoclorados, las dioxinas y los parabenos entre otros.

“Su uso generalizado hace que, sin ser conscientes, estemos expuestos a muchas de estas sustancias de forma rutinaria en nuestro día a día. Las principales vías de exposición son la dieta, el contacto a través de la piel o la respiración”, ha recordado la docente.

 




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