En los últimos años, la salud ha cobrado una relevancia abrupta en la agenda política, tanto en Europa como a nivel internacional. Esta aceleración se debe, entre otras causas, a la pandemia del COVID-19, la cual marcó un hito importante sobre los daños que puede causar una crisis sanitaria mundial frente a un sistema de salud no preparado. Sobre este último término, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo interpreta como "todas aquellas actividades cuyo propósito primario es promover, restaurar o mantener la salud".

Cabe diferenciarlo frente a otro concepto clave como es la salud global. Según el médico y epidemiólogo Jeffrey P. Koplan se define como un área de estudio, investigación y práctica que da prioridad a la mejora de la salud y a la consecución de la equidad sanitaria para todas aquellas personas del mundo, haciendo hincapié en los problemas de salud transnacionales, los factores determinantes y sus soluciones.

Para comprender en profundidad el significado de salud global como tal, es oportuno abordar más de cerca varios componentes clave que engloba este parámetro, como la importancia de mejorar la salud, prestando atención a un completo bienestar físico, mental y social; lograr la equidad, abordando los determinantes sociales y medioambientales; eliminar las disparidades en los sistemas sanitarios y en el acceso a la atención sanitaria; acometer cuestiones transnacionales, entre ellas el cambio climático y la contaminación, que son determinantes en la salud; unir disciplinas, con la finalidad de lograr soluciones integrales abordando diferentes ángulos (cultural, económico, medioambiental, infraestructural, político, social y tecnológico); además de crear asociaciones, que ayuden al intercambio de capacidades e intereses entre las partes interesadas para alcanzar soluciones prácticas y a largo plazo.

Esta salud global está basada en tres pilares fundamentales: gobernanza, instrumentos y diplomacia. La creciente interconexión entre estos puntos es una fuerza impulsora esencial de salud global desde el siglo XX. Y es que la diplomacia sanitaria es un elemento crítico de la gobernanza global, por tener la capacidad de promover los intereses de nuestro propio país, así como otros intereses conjuntos denominados bienes públicos globales. En definitiva, la diplomacia sanitaria mundial busca lograr acuerdos que sean científicamente creíbles y políticamente alcanzables, construyendo una perspectiva más holística que incluye una salud pública, laboral y ambiental.

Aquí es donde nace Women in Global Health (WGH), con el fin de mejorar la salud global mediante el liderazgo transformador de género a través de la promoción, formación, educación, investigación, recomendaciones políticas, creación de redes y oportunidades de tutoría.

Adicional a ello y bajo un enfoque de interseccionalidad, desde WGH España también abogamos por la igualdad de género en los campos mencionados anteriormente, para lograr una perspectiva feminista, holística y multidisciplinar. La asociación relaciona la salud con todas las dimensiones del ser humano, especialmente en la población más vulnerable, como las mujeres y los niños, buscando así contribuir a la justicia y equidad de género de forma transversal en todos los ámbitos de la salud.

En este sentido, el género es una de las principales causas de inequidad sanitaria en los procesos y sistemas de poder a nivel individual, institucional y mundial. Además, también influye en la salud y el bienestar en tres ámbitos: los determinantes, las conductas y las respuestas del sistema de salud con relación al género.

Para ello, es importante incorporar en el diseño de sistemas de salud y políticas términos como la interseccionalidad, que aborda la significativa conexión entre el sexo, el género y diversos determinantes sociales, explorando cómo estos elementos contribuyen a las desigualdades en la salud en los diferentes niveles de poder: individual, institucional y global. Por su lado, también es relevante considerar la perspectiva de género, que implica analizar cómo el género influye en las medidas planificadas, tales como la legislación, las políticas y los programas en todos los ámbitos. Esta integración también puede promover el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de participación en todos los niveles del personal de salud.

Según la OMS, abordar esta cuestión es una prioridad fundamental para lograr sistemas de salud equitativos, buscando poner en relieve las enfermedades que afectan de manera diferenciada según el género o sexo, además de prestar especial atención a la salud femenina con una perspectiva integral. En este contexto, desde WGH asumimos un papel destacado en liderar y asesorar a la organización en sus posicionamientos.

Es relevante ir un paso más allá de los sistemas de salud y sus inequidades, indiscutiblemente importantes. También hay un componente biológico, el origen en las diferencias entre sexos por enfermedades y salud. Se han identificado varios factores importantes que afectan a las diferencias entre sexos en la incidencia de enfermedades como el cáncer, enfermedades autoinmunes o trastornos mentales.

En definitiva, la salud es uno de nuestros bienes más preciados y una condición crucial para nuestro desarrollo y estabilidad individual, social, económica y política. El impacto de la salud, ya sea positivo o negativo, aumenta con la naturaleza globalizada del mundo actual. En este sentido, debemos aspirar a conseguir una salud universal como parte de los derechos humanos. Esto sólo será posible si diseñamos sistemas de salud económicamente y socialmente sostenibles basados en la prevención de la salud, con perspectiva global y feminista.